Tema 3. Resolución de conflictos

01.05.2017

Resolución de conflictos en el aula. Juan Vaello Orts

Algunas consideraciones iniciales

     En primer lugar vamos a exponer unas orientaciones iniciales que, a modo de principios de intervención:

  • Contemplar los conflictos como una ocasión de crecer y formarse.

     En los niveles obligatorios de enseñanza, las tareas escolares siempre provocarán lógicas resistencias en algunos alumnos escasos intereses académicos. La colisión de intereses acaba por provocar conflictos ya que los alumnos no ven interés ni utilidad en las actividades escolares. El esfuerzo del profesor hace atractiva y útil la materia puede maquillar el carácter obligatorio del trabajo escolar hasta convertirlo en algo deseable. Se hace necesario que el profesor se forme en la adquisición de estrategias para afrontar posibles problemas en el aula. El conflicto puede ser una oportunidad para resolver de forma creativa y formativa un problema.

  • Desnudar los problemas.

     La firmeza relajada. Los conflictos suelen ir acompañados de circunstancias que los agravan y que nos inherentes al propio conflicto, sino consecuencia de la forma de afrontarlo. El enfado del profesor son aspectos que adornan las intervenciones y que los agravan innecesariamente. Conviene desnudar el problema y despojarlo de todos los aditamentos emocionales.

La firmeza no tienen por qué llevar aparejadas tensión y reacciones encolerizadas, que suelen reforzar las conductas que se quieren inhibir.

  • Respetarse mutuamente, mejor que mandar-obedecer.

     El respeto mutuo y la reciprocidad pueden ser un sustitutivo eficaz de la obediencia y temor al castigo en relaciones en clase. Los jóvenes han ido sustituyendo progresivamente un sistema de valores impuesto desde fuera por los adultos. La forma de establecer normas y de mantener el control en la clase debe irse adaptando a las edades de los alumnos.

  • Adaptar las estrategias al contexto y al estilo docente propio.

     Las estrategias propuestas genéricamente sobre el tema en el libro de Resolución de conflictos en el aula de Juan Vaello Orts deben ser adaptadas flexiblemente por cada profesor a las características del contexto en que se desenvuelve su trabajo. La misma estrategia que sirve a un profesor, a otro no le tiene porqué funcionar.

  • Tratar bien los resfriados evita pulmonías.

     La mayoría de situaciones que perturban el adecuado desarrollo de las actividades en un aula o en cualquier centro suelen ser de poca gravedad. Son rutinas provocadas casi siempre por el aburrimiento, la desmotivación, etc.

  • Crear condiciones favorables a la convivencia.

     Los problemas de conducta pueden aparecer en cualquier momento, pero suelen hacerlo cuando las oportunidades son favorables. El objetivo al planificar la gestión de convivencia, debe ser crear condiciones que hagan más improbable su aparición, mediante un clima en el aula positivo.

  • Adoptar una perspectiva proactiva.

     En la gestión de la convivencia es la que intenta resolver los conflictos futuros aprovechando los actuales, frente a una perspectiva reactiva. La perspectiva proactiva convierte la resolución de un conflicto actual en prevención de un conflicto futuro. Tener en mente frases de afrontamiento de problemas tales como "qué puedo hacer para que no vuelva a suceder", pueden ayudar a resolver problemas proactivamente.

  • Actuar por principios.

     Es frecuente que el profesor espere a que aparezca un problema de conducta para aplicar de manera intuitiva e improvisadamente determinadas medidas. Esto funciona por ensayo y error y puede provocar contradicciones al alumno. La eficacia de la gestión de convivencia va a depender de las estrategias que se utilizan. Algunos principios a seguir, pueden ser el de economía, eficacia, entre otros.

  • Utilizar procedimientos lo más simples posibles.

     En un aula confluyen infinidad de procesos simultáneos que no se pueden atender de forma precisa, motivar, controlar, exponer, ayudar, etc. Una dedicación excesiva a algunos de estos procesos va en detrimento de la atención que se debe prestar a otros procesos también importantes. La simplicidad se concreta en:

  • Economía de papeles: Cuantos menos, mejor. Lo que se pueda resolver sin papeles, mejor que con papeles, y si no hay más remedio que utilizarlos, reducirlos al mínimo.
  • Economía de personas y recursos: Lo que pueda resolver un profesor, mejor que requerir la intervención de varios.
  • Economía de tiempo. Lo que se pueda resolver mediante una intervención breve, mejor que con un proceso complicado y prolongado en el tiempo.
  • Dividir equitativamente el trabajo.

     La distribución de la carga de tareas por puesto en un centro educativo suele estar descompensada y mal distribuida. Mientras que en unos puesto la carga laboral es asumible. Se debería planificar una distribución equilibrada de la carga total de tareas de un centro al diseñar los procedimientos disciplinarios. Así, muchos procedimientos disciplinarios recurren innecesariamente la presencia del tutor en procesos que podrían ser igual de eficaces.

  • Cambiar rumbos, mejor que cambiar conductas.

     Por rumbo entendemos el camino que sigue una persona. En el sistema educativo. Las conductas aisladas no alteran significativamente el desarrollo de la clase. Son las conductas persistentes, que denotan una actitud perturbadora, las que realmente distorsionan el clima escolar. Conviene prestar atención a las conductas perturbadoras enmarcadas en un rumbo determinado.

  • Averiguar las causas de las conductas.

     Las conductas disruptivas reflejan intentos de cada sujeto por adaptarse al medio escolar, con los recursos de que dispone. Aunque en multitud de ocasiones se tengan que afrontar los conflictos buscando una solución de emergencia que resuelva el problema inmediatamente. Sólo si se localizan las causas que provocan esas conductas y se resuelven, se conseguirán buenos resultados.

  • Usar las medidas punitivas como último recurso.

     Las medidas punitivas, deben ser el último recurso al que acudir. Siempre serán preferibles intervenciones encaminadas a enganchar al alumno en la dinámica de clase.

  • Despersonalizar los conflictos.

     Consiste en no implicarse personalmente y reducir los problemas al ámbito profesional. La mayoría de los conflictos en las aulas se derivan de un choque de roles. No deberían ser por tanto conflictos personales, pero pueden acabar pareciéndolo. Si el profesor afronta los conflictos como algo personal, entra en la dinámica preferida de los alumnos.

Para despersonalizar los conflictos se puede recurrir a:

  • Priorizar los derechos colectivos. Confrontar los derechos que tiene el grupo a recibir la clase en condiciones con los del alumno problemático.
  • Hacer referencia a las normas. Referirse a la obligatoriedad de cumplir las normas de convivencia.
  • Establecer relaciones de reciprocidad. La reciprocidad social consiste en exigir los derechos propios a cambio de respetar los ajenos.

Tener en cuenta las 3 "con" que son conducta, consecuencia y contexto.

EL CLIMA DE CLASE

     Por clima de clase se entiende el conjunto de condiciones ambientales en que se enmarcan las actividades del aula. Las conductas problemáticas suelen darse cuando las condiciones son propicias y es necesario crear un clima facilitador que haga más cómo el trabajo escolar. Algunas medidas son las siguientes:

  • Establecer límites en las primeras semanas del curso.

     Por límites en la clase se entiende una línea imaginaria que separa las conductas aceptables de las no aceptables. Varían según cada profesor y cada grupo, pues son una convención más o menos explícita entre ambos. Se deben establecer de forma inequívoca en las primeras semanas del curso. Una vez establecidos en las primeras semanas suelen permanecer bastante estables a no ser que circunstancias extraordinarias los hagan fluctuar. Los límites deben estar claros, sobre todo para las conductas significativas. La nitidez de los límites supone evitar las ambigüedades e incoherencias que se producen cuando el profesor permite una determinada conductas en algunas ocasiones y prohíbe otras. Los límites están relacionados con el estilo de conducción de la clase de un profesor.

  • Disponer normas efectivas de convivencia.

     Las normas son el principal instrumento que utiliza un profesor o un centro para establecer los límites entre las conductas permitidas y no permitidas. Con esto se pretende crear unos cauces que permitan una convivencia respetuosa en la que se impongan derechos colectivos En la clase podemos distinguir dos tipos de normas

EXPLICATIVAS: Son las que están redactadas por escrito y supuestamente regulan la convivencia. Han de ser pocas, deben ser claras, estar formuladas en positivo y tienen que ser cumplidas y flexibles. La efectividad de estas normas depende de las consecuencias de su incumplimiento y de su cumplimiento. De la misma manera, conviene aplicar consecuencias positivas tras el cumplimiento de una norma para consolidarla.

Técnica del caso: la elaboración progresiva de las normas de clase.

Las técnica del caso, consiste en analizar las situaciones teóricas en Economía a partir de casos prácticos. En el mundo escolar se pueden aplicar a la hora de establecer las normas de clase. Presenta la ventaja de que empieza por establecer prioritariamente las normas que regulan las situaciones más frecuentes y significativas. Mediante la técnica del caso, se aprovecha la segunda o tercera ocasión que aparece en la rutina perturbadora para establecer una norma que la regule y decidir las consecuencias de su incumplimiento. Un modo de establecer normas de forma progresiva es el siguiente:
El profesor explica las razones por las que es necesario establecer las normas para las conductas negativas.

Se establece una norma que regule la rutina negativa por consenso, tras un debato abierto del grupo con el profesor, o mediante una propuesta.

Mediante una lluvia de ideas, se acuerda una consecuencia del incumplimiento de la norma, así como de su reiteración. Se anota en la pizarra la norma aprobada, y cada alumno va proponiendo una consecuencia del incumplimiento.

  • Mantener una relación de empatía y confianza con los alumnos.

     Por empatía se entiende la conexión afectiva entre alumnos y profesores. Supone ponerse en el lugar del otro y percatarse de los sentimiento que está experimentando. Los alumnos problemáticos suelen moderar sus conductas inapropiadas con profesores que les caen bien y acentúan su conflictividad con otros profesores que les caen mal. Por este motivo es aconsejable una atención especial, para ello conviene:
Adoptar una actitud positiva de ayuda: Al mostrar su accesibilidad y la disposición de ayuda se facilita la comunicación.

Conocer a los alumnos, intentar comprenderlos: Saber como son, conocer las circunstancias que acompañan a cada uno personales, familiares y académicas. El alumno es una personas que accidentalmente debe asumir ese rol. El conocimiento del alumno permite saber cuánto se le puede exigir, cómo se le debe tratar o cuál es la mejor manera de influirle para cambiar su trayectoria. Se pueden utilizar los siguiente recursos:

-Propiciar conversaciones informales en momentos muertos de clase en la que los alumnos puedan expresarse con total espontaneidad.

-Intercambiar información con otros profesores que tengan carisma y capacidad de conducción de la clase.

-Saber qué se les da bien, qué les gusta, pues conocer sus aptitudes y aficiones permite verlos de cerca y descubrir facetas insospechables que facilitan la comprensión de muchas conductas aparentemente perversas e incomprensibles.

-Saber cómo nos ven: Conocer qué imagen tienen los alumnos sobre los profesores así permitiremos detectar nuestros rasgos menos aceptados y cambiarlos si se considera oportuno.

-Profesor por un día: en la línea de conseguir una relación de empatía con los alumnos, conviene que algunos alumnos experimenten qué siente el profesor, cómo se perciben las situaciones desde la perspectiva de la persona que tiene la responsabilidad de conducir la clase. De esta forma pueden percibir las incomodidades y tensiones añadidas que generan las actitudes negativas de los alumnos.

La tutoría: si hay un espacio especialmente diseñado para incidir en la profundización de la empatía entre profesor y alumnos es el tiempo de la tutoría. Algunas estrategias son:

Tutoría individual tiene cavidad aquellas actuaciones del tutor que no se pueden abordar en las actividades de tutoría grupal, esta tutoría se desarrolla a través de entrevistas periódicas, en las que se intercambia información, se profundiza en el conocimiento mutuo. El tutor puede intervenir por iniciativa propia o a partir de la demanda de profesores del grupo., padres o el propio alumno. Aspectos que debemos tener en cuenta son: La modalidad, clima distendido, brevedad, empatía, escucha activa, acuerdos, buscar soluciones, entrevistas preventivas, reconocer, agradecer, además conviene evitar expresiones que denoten imposibilidad de cambio, expresiones centradas en los sentimiento, expresiones que persigan reforzar la posición propia y debilitar la contraria y demandas exageradas o inalcanzables.

-Apadrinamiento: Un profesor se encarga de tutelar individualmente a un alumno especialmente problemático. Esta estrategia se basa en la influencia positiva que puede ejercer el alumno la percepción de tener un profesor apreciado por él dispuesto a ayudarle y escucharle, esta tutoría debe cumplir algunos requisitos como la exclusividad, excepcionalidad, informalidad, carisma y ascendencia. El apadrinamiento se puede aplicar del siguiente modo:
El profesor establece contacto individual con el alumno, abordando cuestiones personales, familiares y de relación social.

Una vez conseguido un cierto nivel de empatía el profesor se ofrece a mediar para ayudar a solucionar los problemas de conducta y rendimiento del alumno.

El profesor hace un seguimiento regular del rendimiento y la conducta del alumno. Hay ocasiones en que las tutorías habituales no son efectivas debido a problemas de relación entre el tutor y los alumnos. Para apaciguar estas dificultades se puede designar a algunos profesores como tutores, pero sin asignarles ningún grupo específico. Estos tutores se van a encargar de que los alumnos presenten una conducta menos disruptiva en las clases. La eficacia depende de algunos factores como el establecimiento de una relación de empatía y confianza entre el tutor y el alumno, la influencia positiva que un seguimiento puede ejercer, el establecimiento de pactos entre el tutor y el alumno.

  • Entrenar a los alumnos en relaciones de reciprocidad.

     La reciprocidad consiste en dar y recibir lo que se da. Se apoya en el principio que considera a todas las personas como seres iguales con los mismos derechos y obligaciones. Las relaciones profesor-alumno pueden estar reguladas en gran medida por este principio, gran parte de las interacciones sociales profesor-alumno son intercambios entre personas que tienen derechos y deberes similares. Las relaciones de reciprocidad son una alternativa a las relaciones profesor-alumno basadas en la desigualdad, la obediencia y temor al castigo. Dentro de relaciones de reciprocidad, el respeto muto es la dimensión fundamental. La reciprocidad y el respeto mutuo no aparecen espontáneamente, sino que deben ser aprendidos y practicados diariamente hasta acabar convirtiéndose en un estilo de actuación en las relaciones interpersonales profesor-alumno y alumno-alumno.

  • Conocer los roles de los alumnos y hacer que contribuyan al cumplimiento de normas de convivencia.

     El aula es un escenario donde cada miembro de la clase busca un papel a su medida. Cada alumno se comporta en clase interpretando un papel que le permita autorrealizarse de forma satisfactoria. Los alumnos que a través de roles académicos no consiguen satisfacciones tienden a desempeñar roles alternativos. Un instrumento interesante es la tabla de observación de roles basada en la taxonomía de Bales. Cada rol viene definido por tres rasgos bipolares y cada rasgo puede adoptar el valor de uno de los polos posibles o tener un valor neutral. La distribución de los roles se utiliza para anotar los roles correspondientes a cada alumno. Para ello, se anota su nombre en la fila que corresponde. A partir de los datos recogidos, se puede llevar a cabo dos tipos de análisis:
GRUPAL: Permite ver qué estructura tiene la clase.

INDIVIDUAL: Muestra los roles que desempeña cada alumno en la clase para poder intervenir sobre ellos.

  • Detectar subgrupos perturbadores y reconducir su actitud.

     En ocasiones el mal ambiente en la clase está provocado por un número de alumnos que integran un subgrupo altamente cohesionado. Los subgrupos están integrados por unos pocos alumno que perciben las situaciones de forma similar. Ejercen una fuerte influencia sobre la conducta de sus miembros. El conocimiento de la composición de los subgrupos y de los roles es condición necesaria para poder influir sobre ellos y contrarrestar las influencias nocivas sobre el resto de la clase. Cuando conocemos la composición de los subgrupos y de los roles para reconducirlos podemos utilizar las siguientes estrategias:

-Impedir su formación: Cuando se detectan indicios de que un subrupo negativo se está formando interesa impedirlo.

-Anteponer los intereses colectivos de la clase a los del subgrupo negativo.

-Pactar con los líderes para que ayuden a reconducir la actitud del grupo.

-Pedir soluciones al subgrupo para reconducir también su actitud, dejando claro que no puede continuar con esa dinámica.

Grado Magisterio de Primaria, Facultad de Albacete
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